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äÄìÀëÌåÉú ãÌÅòåÉú Las Leyes de Comportamiento según la Torá

ôÌÅøÆ÷ á Capítulo Dos

à çåÉìÅé äÇâÌåÌó, èåÉòÂîÄéí äÇîÌÇø îÈúåÉ÷ åÀäÇîÌÈúåÉ÷ îÇø. åÀéÅùÑ îÄï äÇçåÉìÄéí îÄé ùÑÆîÌÄúÀàÇåÌÆä åÀúÈàÅá ìÀîÇàÂëÈìåÉú ùÑÀàÅéðÈï øÀàåÌéÄéï ìÇàÂëÄéìÈä, ëÌÀâåÉï äÆòÈôÈø åÀäÇôÌÆçÈí, åÀùÒåÉðÅà äÇîÌÇàÂëÈìåÉú äÇèÌåÉáÄéí, ëÌÀâåÉï äÇôÌÇú åÀäÇáÌÈùÒÈø--äÇëÌÉì ìÀôÄé øÉá äÇçÉìÄé. ëÌÈêÀ áÌÀðÅé àÈãÈí ùÑÆðÌÇôÀùÑåÉúÅéäÆí çåÉìåÉú, îÄúÀàÇåÌÄéí åÀàåÉäÂáÄéí äÇãÌÅòåÉú äÈøÈòåÉú; åÀùÒåÉðÀàÄéí äÇãÌÆøÆêÀ äÇèÌåÉáÈä, åÌîÄúÀòÇöÌÀìÄéí ìÈìÆëÆú áÌÈäÌ, åÀäÄéà ëÌÀáÅãÈä òÂìÅéäÆï ìÄîÀàåÉã, ìÀôÄé çÈìÀéÈí. åÀëÅï éÀùÑÇòÀéÈäåÌ àåÉîÅø áÌÈàÂðÈùÑÄéí äÇìÌÈìåÌ, "äåÉé äÈàÉîÀøÄéí ìÈøÈò èåÉá, åÀìÇèÌåÉá øÈò: ùÒÈîÄéí çÉùÑÆêÀ ìÀàåÉø åÀàåÉø ìÀçÉùÑÆêÀ, ùÒÈîÄéí îÇø ìÀîÈúÉ÷ åÌîÈúÉ÷ ìÀîÈø" (éùòéäå ä,ë). åÇòÂìÅéäÆí ðÆàÁîÈø "äÇòÉæÀáÄéí, àÈøÀçåÉú éÉùÑÆø--ìÈìÆëÆú, áÌÀãÇøÀëÅé-çÉùÑÆêÀ" (îùìé á,éâ). 1 Para aquellos cuyo cuerpo está enfermo lo amargo sabe a dulce y lo dulce a amargo. Y hay entre ellos quien ansía y apetece los alimentos inapropiados para el consumo como el polvo y el carbón, y odia los buenos como el pan y la carne, todo depende de cuán enfermo esté. Asimismo aquellos humanos cuyas mentes están enfermas ansían y aman las cualidades malignas, y odian el buen sendero, teniendo pereza de seguirle ya que les resulta muy duro debido a su enfermedad. Y así lo dice Iesh`aiahu acerca de esa gente: "¡Ay de quienes consideran a lo malo bueno y a lo bueno malo; hacen de la luz tiniebla y de la tiniebla luz, hacen lo dulce amargo y lo amargo dulce!" (Is. 5:20). Y acerca de ellos está escrito: "Quienes abandonan las buenas sendas para andar por las oscuras" (Pr. 2:13).
á åÌîÇä äÄéà úÌÇ÷ÌÈðÇú çåÉìÅé ðÀôÈùÑåÉú--éÅìÀëåÌ àÅöÆì äÇçÂëÈîÄéí, ùÑÀäÆí øåÉôÀàÅé äÇðÌÀôÈùÑåÉú, åÄéøÇôÌÀàåÌ çÈìÀéÈí áÌÀãÅòåÉú, ùÑÆîÌÀìÇîÌÀãÄéï àåÉúÈí òÇã ùÑÆéÌÇçÀæÄéøåÌí ìÇãÌÆøÆêÀ äÇèÌåÉáÈä. åÀäÇîÌÇëÌÄéøÄéí áÌÇãÌÅòåÉú äÈøÈòåÉú ùÑÆìÌÈäÆí, åÀàÅéðÈí äåÉìÀëÄéí àÅöÆì äÇçÂëÈîÄéí ìÀøÇôÌÅà àåÉúÈí--òÂìÅéäÆí àÈîÇø ùÑÀìÉîÉä, "åÌîåÌñÈø, àÁåÄéìÄéí áÌÈæåÌ" (îùìé à,æ). 2 Y ¿cúal es la panacea para los enfermos mentales? acudirán a los Sabios que tratan tales males, ellos les curarán de su dolencia enseñándoles cualidades que les devolverán al buen sendero. Y, acerca de aquellos conscientes de sus cualidades perniciosas que no acuden a los Sabios para curárselas, dijo Shelomó: "...y la moralidad las desprecian los tontos" (Pr. 1:7).
â [á] åÀëÅéöÇã äÄéà øÀôåÌàÈúÈí: îÄé ùÑÀäåÌà áÌÇòÇì çÅîÈä--àåÉîÀøÄéí ìåÉ ìÀäÇðÀäÄéâ òÇöÀîåÉ ùÑÀàÄí äËëÌÈä åÀ÷ËìÌÇì, ìÉà éÇøÀâÌÄéùÑ ëÌÀìÈì, åÀéÅìÅêÀ áÌÀãÆøÆêÀ æåÉ æÀîÈï îÀøËáÌÆä, òÇã ùÑÆúÌÅòÈ÷Åø äÇçÅîÈä îÄìÌÄáÌåÉ. åÀàÄí äÈéÈä âÌÀáÇäÌ ìÅá--éÇðÀäÄéâ òÇöÀîåÉ áÌÀáÄæÌÈéåÉï äÇøÀáÌÅä, åÀéÅùÑÅá ìÀîÇèÌÈä îÄï äÇëÌÉì, åÀéÄìÀáÌÉùÑ áÌÀìåÉéÅé ñÀçÈáåÉú äÇîÌÀáÇæÌÄéï àÆú ìåÉáÀùÑÅéäÆï, åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÄãÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ: òÇã ùÑÆéÌÅòÈ÷Åø âÌÉáÇäÌ äÇìÌÅá îÄîÌÆðÌåÌ, åÀéÇçÀæÉø ìÇãÌÆøÆêÀ äÈàÆîÀöÈòÄéú, ùÑÀäÄéà ãÌÆøÆêÀ äÇèÌåÉáÈä; åÀìÄëÀùÑÆéÌÇçÀæÉø ìÇãÌÆøÆêÀ äÈàÆîÀöÈòÄéú, éÅìÅêÀ áÌÈäÌ ëÌÈì éÈîÈéå. 3 Y ¿cúal es su cura? al irascible le indican que se acostumbre a que si es golpeado o insultado no sienta nada, y así se comportará mucho tiempo, hasta que desarraigue la ira de su corazón. Y si se trata de un orgulloso se impondrá un gran oprobio, sentándose en lugares irrelevantes y vistiendo harapos gastados que oprobian a quienes los llevan, y cosas por el estilo; hasta que se desarraigue el orgullo de su corazón y vuelva al sendero intermedio, que es el buen camino, y cuando lo haga perdurará en él todos sus días.
ã åÀòÇì ÷Çå æÆä éÇòÂùÒÆä áÌÄùÑÀàÈø ëÌÈì äÇãÌÅòåÉú: àÄí äÈéÈä øÈçåÉ÷ ìÇ÷ÌÈöÆä äÈàÆçÈã, éÇøÀçÄé÷ òÇöÀîåÉ ìÇ÷ÌÈöÆä äÇùÌÑÅðÄé, åÀéÄðÀäÉâ áÌåÉ æÀîÈï îÀøËáÌÆä òÇã ùÑÆéÌÇçÀæÉø ìÇãÌÆøÆêÀ äÇèÌåÉáÈä, åÀäÄéà îÄãÌÈä áÌÅéðåÉðÄéú ùÑÆáÌÀëÈì ãÌÅòÈä åÀãÅòÈä 4 Según esa línea de conducta actuará respecto del resto de las cualidades, si se hallaba en un extremo, se alejará del mismo hasta el extremo contrario, comportándose así por mucho tiempo hasta que regrese al buen camino que es la actitud intermedia de cada cualidad.
ä [â] åÀéÅùÑ ãÌÅòåÉú ùÑÆàÈñåÌø ìåÉ ìÈàÈãÈí ìÄðÀäÉâ áÌÈäÆï áÌÀáÅéðåÉðÄéú, àÅìÈà éÄúÀøÇçÇ÷ òÇã äÇ÷ÌÈöÆä äÈàÇçÅø--åÀäåÌà âÌÉáÇäÌ äÇìÌÅá, ùÑÀàÅéï äÇãÌÆøÆêÀ äÇèÌåÉáÈä ùÑÆéÌÄäÀéÆä äÈàÈãÈí òÈðÈå áÌÄìÀáÈã, àÅìÈà ùÑÆéÌÄäÀéÆä ùÑÀôÇì øåÌçÇ, åÀúÄäÀéÆä øåÌçåÉ ðÀîåÌëÈä ìÄîÀàåÉã. åÌìÀôÄéëÌÈêÀ ðÆàÁîÈø áÌÀîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ "òÈðÈå îÀàÉã" (áîãáø éá,â), åÀìÉà ðÆàÁîÈø òÈðÈå áÌÄìÀáÈã. åÌìÀôÄéëÌÈêÀ öÄåÌåÌ çÂëÈîÄéí, îÀàåÉã îÀàåÉã äÁåÄé ùÑÀôÇì øåÌçÇ. åÀòåÉã àÈîÀøåÌ ùÑÆëÌÈì äÇîÌÇâÀáÌÄéäÌÇ ìÄáÌåÉ--ëÌÈôÇø áÌÈòÄé÷Èø, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀøÈí, ìÀáÈáÆêÈ; åÀùÑÈëÇçÀúÌÈ àÆú-ä' àÁìÉäÆéêÈ" (ãáøéí ç,éã). åÀòåÉã àÈîÀøåÌ áÌÀùÑÇîÀúÌÈà ãÌÀàÄéú áÌÅéäÌ âÌÇñÌåÌú äÈøåÌçÇ, åÀàÇôÄìÌåÌ îÄ÷ÀöÈúÈäÌ. 5 Pero hay cualidades respecto de las cuales le es prohibido al hombre seguir las intermedias sino se les alejará hasta el lado opuesto. Una es el orgullo, ya que no es bueno que sea simplemente humilde, sino que sea sumiso, extremadamente sumiso. Por eso está escrito acerca de Moshé, nuestro Maestro "muy humilde" (Nm. 12:3), no tan solo “humilde”. Por eso ordenaron los Sabios “¡se muy, pero muy sumiso!” Y además dijeron que todo orgulloso apostató del principio, como está escrito: "Y soberbiarás, y olvidarás al Señor, tu Dios" (Dt. 8:14). Y además dijeron “¡herem al orgulloso!”, e incluso si lo es tan solo un poco.
å åÀëÅï äÇëÌÇòÇñ, ãÌÅòÈä øÈòÈä äÄéà òÇã ìÄîÀàåÉã; åÀøÈàåÌé ìÈàÈãÈí ùÑÆéÌÄúÀøÇçÇ÷ îÄîÌÆðÌÈä òÇã äÇ÷ÌÈöÆä äÈàÇçÅø, åÄéìÇîÌÇã òÇöÀîåÉ ùÑÆìÌÉà éÄëÀòÉñ, åÀàÇôÄìÌåÌ òÇì ãÌÈáÈø ùÑÆøÈàåÌé ìÄëÀòÉñ òÈìÈéå. åÀàÄí øÈöÈä ìÀäÇèÌÄéì àÅéîÈä òÇì áÌÈðÈéå åÌáÀðÅé áÌÅéúåÉ, àåÉ òÇì äÇöÌÄáÌåÌø àÄí äÈéÈä ôÌÇøÀðÈñ, åÀøÈöÈä ìÄëÀòÉñ òÂìÅéäÆí, ëÌÀãÅé ùÑÆéÌÇçÀæÀøåÌ ìÇîÌåÌèÈá--éÇøÀàÆä òÇöÀîåÉ áÌÄôÀðÅéäÆí ùÑÀäåÌà ëÌåÉòÅñ ëÌÀãÅé ìÀéÇñÌÀøÈí, åÀúÄäÀéÆä ãÌÇòÀúÌåÉ îÀéËùÌÑÆáÆú áÌÅéðåÉ ìÀáÅéï òÇöÀîåÉ, ëÌÀàÈãÈí ùÑÀäåÌà îÄãÌÇîÌÆä àÄéùÑ áÌÀùÑÈòÇú ëÌÇòÀñåÉ, åÀäåÌà àÅéðåÌ ëÌåÉòÅñ. 6 Asimismo la ira es una cualidad extremadamente mala, siendo imprescindible que la persona se le aleje hasta el extremo opuesto enseñándose a no enojarse incluso debido a un cosa que lo justificara. Y si quisiese inculcarles temor a sus hijos y los miembros de su familia o al pueblo, si fuera un dirigente comunitario, y quisiera enfadarse con ellos para que retornasen al bien, se les presentará aparentando enojo para amonestarles mientras se mantiene a sí mismo calmo, como un hombre que aparenta enfado aunque no lo está.
æ àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí, ëÌÈì äÇëÌåÉòÅñ, ëÌÀàÄìÌåÌ òåÉáÅã òÂáåÉãÈä æÈøÈä. åÀàÈîÀøåÌ ùÑÆëÌÈì äÇëÌåÉòÅñ--àÄí çÈëÈí äåÌà, çÈëÀîÈúåÉ îÄñÀúÌÇìÌÆ÷Æú îÄîÌÆðÌåÌ, åÀàÄí ðÈáÄéà äåÌà, ðÀáåÌàÈúåÉ îÄñÀúÌÇìÌÆ÷Æú îÄîÌÆðÌåÌ. áÌÇòÂìÅé ëÌÇòÇñ, àÅéï çÇéÌÅéäÆí çÇéÌÄéí; ìÀôÄéëÌÈêÀ öÄåÌåÌ ìÀäÄúÀøÇçÇ÷ îÄï äÇëÌÇòÇñ, òÇã ùÑÆéÌÇðÀäÄéâ òÇöÀîåÉ ùÑÆìÌÉà éÇøÀâÌÄéùÑ àÇôÄìÌåÌ ìÄãÀáÈøÄéí äÇîÌÇëÀòÄéñÄéí. åÀæåÉ äÄéà äÇãÌÆøÆêÀ äÇèÌåÉáÈä, åÀãÆøÆêÀ äÇöÌÇãÌÄé÷Äéí: äÆï òÂìåÌáÄéï, åÀàÅéðÈï òåÉìÀáÄéï; ùÑåÉîÀòÄéï çÆøÀôÌÈúÈí, åÀàÅéðÈï îÀùÑÄéáÄéï; òåÉùÒÄéï îÅàÇäÂáÈä, åÌùÒÀîÅçÄéï áÌÇéÌÄñÌåÌøÄéí. òÂìÅéäÆí äÇëÌÈúåÌá àåÉîÅø, "åÀàÉäÂáÈéå, ëÌÀöÅàú äÇùÌÑÆîÆùÑ áÌÄâÀáËøÈúåÉ" (ùåôèéí ä,ìà). 7 Dijero los antiguos Sabios: “quien se enfada es como si idolatrara” Además dijeron que: “si aquel que se enfada fuera un Sabio, su sabiduría le abandona y si fuera un profeta, su profecía le abandona” La vida de los iracundos no es vida, por eso nos ordenaron alejarnos del enojo hasta que nos comportemos de modo tal que ni siquiera nos afecten las cosas que enfadan. Siendo tal la buena senda, la de los justos: “son ofendidos, pero no ofenden, escuchan como son deshonrados sin responder” lo hacen todo por amor y felizmente soportan su sufrimiento. A su respecto dice la Escritura: "y los que le aman son como el sol en su esplendor" (Jc. 5:31).
ç [ã] ìÀòåÉìÈí éÇøÀáÌÆä àÈãÈí áÌÄùÑÀúÄé÷Èä, åÀìÉà éÀãÇáÌÇø àÅìÈà áÌÄãÀáÇø çÈëÀîÈä àåÉ áÌÄãÀáÈøÄéí ùÑÀäåÌà öÈøÄéêÀ ìÈäÆï ìÀçÇéÌÅé âÌåÌôåÉ. àÈîÀøåÌ òÇì øÈá úÌÇìÀîÄéã øÇáÌÅðåÌ äÇ÷ÌÈãåÉùÑ, ùÑÆìÌÉà ùÒÈç ùÒÄéçÈä áÌÀèÅìÈä ëÌÈì éÈîÈéå--åÀæåÉ äÄéà ùÒÄéçÇú øÉá ëÌÈì àÈãÈí. åÀàÇôÄìÌåÌ áÌÀöÈøÀëÌÅé äÇâÌåÌó, ìÉà éÇøÀáÌÆä àÈãÈí ãÌÀáÈøÄéí. åÀòÇì æÆä öÄåÌåÌ çÂëÈîÄéí åÀàÈîÀøåÌ, ëÌÈì äÇîÌÇøÀáÌÆä ãÌÀáÈøÄéí, îÅáÄéà çÅèÀà; åÀàÈîÀøåÌ ìÉà îÈöÈàúÄé ìÇâÌåÌó èåÉá, àÅìÈà ùÑÀúÄé÷Èä. 8 Siempre ha de procurarse estar en silencio, no mencionando sino cosas sabias o necesarias para la vida corporal. Dijeron acerca de Rav, un alumno de Rabenu ha-Qadosh, que en toda su vida no mencionó nada vano, siendo ésa la charla corriente de la mayoría de los hombres. E incluso respecto de las necesidades corporales no ha de hablarse demasiado. Al respecto nos ordenaron los Sabios diciendo: “el hablar en demasía acarrea transgresiones”, y dijeron: “no hallé para el cuerpo nada mejor que el silencio”.
è åÀëÅï áÌÀãÄáÀøÅé úÌåÉøÈä åÌáÀãÄáÀøÅé çÈëÀîÈä--éÄäÀéåÌ ãÌÄáÀøÅé äÆçÈëÈí îåÌòÈèÄéí, åÀòÄðÀéÀðÅéäÆí îÀøËáÌÄéí. åÀäåÌà ùÑÆöÌÄåÌåÌ çÂëÈîÄéí åÀàÈîÀøåÌ, ìÀòåÉìÈí éÄùÑÀðÆä àÈãÈí ìÀúÇìÀîÄéãåÉ ãÌÆøÆêÀ ÷ÀöÈøÈä. àÂáÈì àÄí äÈéåÌ äÇãÌÀáÈøÄéí îÀøËáÌÄéí åÀäÈòÄðÀéÈï îåÌòÈè, äÂøÅé æåÉ ñÄëÀìåÌú; åÀòÇì æÆä ðÆàÁîÈø "ëÌÄé áÌÈà äÇçÂìåÉí, áÌÀøÉá òÄðÀéÈï; åÀ÷åÉì ëÌÀñÄéì, áÌÀøÉá ãÌÀáÈøÄéí" (÷åäìú ä,á). 9 Asimismo, respecto del estudio de la Torá las palabras del Sabio serán breves, pero su contenido abundante. Eso fue lo que ordenaron los Sabios al decir: “siempre le enseñará uno a su alumno abreviando”. Ya que si se explaya exageradamente acerca de cosas de escaso contenido, eso es una estupidez, y al respecto está escrito: "Pues viene el sueño con demasiado contenido, y la voz del estupido con demasiadas palabras" (Qo. 5:2).
é [ä] ñÀéÈâ ìÇçÈëÀîÈä, ùÑÀúÄé÷Èä. ìÀôÄéëÌÈêÀ ìÉà éÀîÇäÇø ìÀäÈùÑÄéá, åÀìÉà éÇøÀáÌÆä ìÀãÇáÌÇø; åÄéìÇîÌÇã ìÇúÌÇìÀîÄéãÄéí áÌÀùÑåÌáÈä åÈðÇçÇú, áÌÀìÉà öÀòÈ÷Èä, áÌÀìÉà àÂøÄéëåÌú ìÈùÑåÉï. äåÌà ùÑÆùÌÑÀìÉîÉä àåÉîÅø, "ãÌÄáÀøÅé çÂëÈîÄéí, áÌÀðÇçÇú ðÄùÑÀîÈòÄéí" (÷åäìú è,éæ). 10 A la sabiduría la resguarda el silencio. Por lo tanto no responderá a prisa, ni hablará en demasía y le enseñará a sus alumnos con calma y amabilidad, sin gritar ni explayarse extensamente. Al respecto dice Shelomó: "Las palabras del Sabio son oídas por su afabilidad" (Qo. 9:17).
éà [å] àÈñåÌø ìÈàÈãÈí ìÀäÇðÀäÄéâ òÇöÀîåÉ áÌÀãÄáÀøÅé çÂìÈ÷åÉú åÌôÄúÌåÌé. åÀìÉà úÄäÀéÆä àÇçÇú áÌÇôÌÆä åÀàÇçÇú áÌÇìÌÅá, àÅìÈà úÌåÉëåÉ ëÌÀáÈøåÉ; åÀäÈòÄðÀéÈï ùÑÆáÌÇìÌÅá, äåÌà äÇãÌÈáÈø ùÑÆáÌÇôÌÆä. åÀàÈñåÌø ìÄâÀðÉá ãÌÇòÇú äÇáÌÀøÄéÌåÉú, åÀàÇôÄìÌåÌ ãÌÇòÇú äÇâÌåÉé. 11 Está prohibido comportarse hipócrita y lisonjeramente, expresando su boca una cosa mientras su corazón siente otra, sino será íntegro, siendo aquello que tiene en su corazón lo que expresa su boca. Y está prohibido engañar a otros, e incluso a un gentil.
éá ëÌÅéöÇã--ìÉà éÄîÀëÌÉø ìÇâÌåÉé áÌÀùÒÇø ðÀáÅìÈä áÌÄëÀìÇì ùÑÀçåÌèÈä, åÀìÉà îÇðÀòÈì ùÑÆìÌÀîÅúÈä áÌÄîÀ÷åÉí îÇðÀòÈì ùÑÆìÌÄùÑÀçåÌèÈä. åÀìÉà éÀñÈøÇá áÌÇçÂáÅøåÉ ùÑÆéÌÉàëÇì àÆöÀìåÉ, åÀäåÌà éåÉãÅòÇ ùÑÀàÅéðåÌ àåÉëÅì, åÀéÇøÀáÌÆä ìåÉ áÌÀúÄ÷ÀøÉáÆú, åÀäåÌà éåÉãÅòÇ ùÑÀàÅéðåÌ îÀ÷ÇáÌÅì; åÀéÄôÀúÌÇç ìåÉ çÈáÄéÌåÉú ùÑÀäåÌà öÈøÄéêÀ ìÄôÀúÌÉçÇ àåÉúÈï ìÀîÈëÀøÈï, ëÌÀãÅé ìÀôÇúÌåÉúåÉ ùÑÆáÌÄùÑÀáÄéì ëÌÀáåÉãåÉ ôÌÈúÇç. åÀëÅï ëÌÈì ëÌÇéÌåÉöÆà áÌÀæÆä. àÇôÄìÌåÌ îÄìÌÈä àÇçÇú ùÑÆìÌÀôÄúÌåÌé åÀùÑÆìÌÄâÀðÅáÇú äÇãÌÇòÇú, àÂñåÌøÈä; àÅìÈà ùÒÀôÇú àÁîÆú åÀøåÌçÇ ðÈëåÉï, åÀìÅá èÈäåÉø îÄëÌÈì òÈîÈì åÀäÇåÌåÉú. 12 ¿A qué se refiere? a que no le venderá a un gentil carne de “nevelá” como si fuera de “shejutá” ni un calzado de muerta como si fuera uno de “shejutá”. Tampoco le rogará a su amigo que coma consigo sabiendo que no lo haría, ni le ofrecerá abundantes aperitivos sabiendo que no los aceptará, ni le abrirá toneles que necesita vender para hacerle creer que los ha abierto en su honor, ni hará nada por el estilo. Está prohibida cualquier expresión lisonjera o engañosa; sino ha de ser veraz la expresión, correcto el espíritu y el corazón puro, carente de toda maldad y engaño.
éâ [æ] ìÉà éÄäÀéÆä àÈãÈí áÌÇòÇì ùÒÀçåÉ÷ åÀäÆúÆì, åÀìÉà òÈöÅá åÀàåÉðÅï--àÅìÈà ùÒÈîÅçÇ. ëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, ùÒÀçåÉ÷ åÀ÷ÇìÌåÌú øÉàùÑ îÇøÀâÌÄéìÄéï ìÀòÆøÀåÈä. åÀöÄåÌåÌ ùÑÆìÌÉà éÀäÆà àÈãÈí ôÌÈøåÌõ áÌÄùÒÀçåÉ÷, åÀìÉà òÈöÅá åÌîÄúÀàÇáÌÅì; àÅìÈà îÇ÷ÀáÌÄéì àÆú ëÌÈì äÈàÈãÈí áÌÀñÅáÆø ôÌÈðÄéí éÈôåÉú. 13 No será uno ni guasón ni burlón, ni melancólico ni triste, sino feliz. Dijeron los Sabios: “la burla y la frivolidad conducen a las relaciones sexuales ilícitas”. Y ordenaron que no sea uno ni de caracter burlesco ni melancólico y doliente; sino que se dirija a toda persona con buen semblante.
éã åÀëÅï ìÉà éÄäÀéÆä áÌÇòÇì ðÆôÆùÑ øÀçÈáÈä, ðÄáÀäÈì ìÇäåÉï, åÀìÉà òÈöÅì åÌáÈèÅì îÄîÌÀìÈàëÈä, àÅìÈà áÌÇòÇì òÇéÄï èåÉáÈä: îÀòÇè òÂñÈ÷, åÀòåÉñÅ÷ áÌÇúÌåÉøÈä; åÀàåÉúåÉ äÇîÌÀòÇè ùÑÀäåÌà çÆìÀ÷åÉ, éÄùÒÀîÇç áÌåÉ. åÀìÉà éÄäÀéÆä ìÉà áÌÇòÇì ÷ÀèÈèÈä åÀìÉà áÌÇòÇì ÷ÄðÀàÈä, åÀìÉà áÌÇòÇì úÌÇàÂåÈä åÀìÉà øåÉãÅó àÇçÇø äÇëÌÈáåÉã. ëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, äÇ÷ÌÄðÀàÈä åÀäÇúÌÇàÂåÈä åÀäÇëÌÈáåÉã, îåÉöÄéàÄéï àÆú äÈàÈãÈí îÄï äÈòåÉìÈí. ëÌÀìÈìåÉ ùÑÆìÌÇãÌÈáÈø--éÅìÅêÀ áÌÇîÌÄãÌÈä äÇáÌÅéðåÉðÄéú ùÑÆáÌÀëÈì ãÌÅòÈä åÀãÅòÈä, òÇã ùÑÆéÌÄäÀéåÌ ëÌÈì ãÌÅòåÉúÈéå îÀëËåÌÈðåÉú áÌÈàÆîÀöÈòÄéú; åÀäåÌà ùÑÆùÌÑÀìÉîÉä àåÉîÅø, "åÀëÈì-ãÌÀøÈëÆéêÈ éÄëÌÉðåÌ" (îùìé ã,ëå). 14 Asimismo, no será uno ni ambicioso, sediento de riquezas, ni holgazán y ajeno a toda tarea, sino mesurado: un poco de trabajo y estudio de Torá, siendo feliz con lo poco que le toque. No será ni reñidor ni envidioso, ni vicioso ni anhelará la celebridad. Así lo dijeron los Sabios: “la envidia, el vicio y la celebridad le ocasionan al hombre la pérdida del mundo”. La regla a seguir es: “seguirá la actitud intermedia de cada cualidad de modo tal que todas le sean regidas por la media” tal como lo dice Shelomó: "y todos tus caminos serán ratificados" (Pr. 4:26).

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